La fundación del convento franciscano de San Ildefonso, ordenada en 1530 por el inquisidor y Arzobispo Manrique, fue otra de las medidas tomadas para la cristianización de los moriscos.
Este edificio cuenta con una sola nave cubierta por bóveda de cañón y en su interior se encuentran un buen número de retablos y esculturas datados entre los siglos XVI y XVIII. Destaca también su portería de estilo Barroco.